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Aunque el proyecto Sato Home Plus fue una iniciativa pública, en los años
posteriores a esta, numerosas compañías privadas han apostado por lanzar
plataformas digitales que permitan a los usuarios participar en el diseño de sus
propias viviendas, como el Design Center de la constructora norteamericana Toll
Brothers. Esta plataforma permite a sus clientes diseñar su propia vivienda a través
de una aplicación web, de una manera sencilla, casi como si de un videojuego se
tratara.
Sin embargo, y con ello sin querer restarles mérito alguno, en cuanto a las
capacidades de acción del usuario se refiere, estas herramientas están en cierta
medida limitadas. Los usuarios tienen poder de elección más que poder de decisión,
teniendo la posibilidad de escoger sobre una serie de opciones preconfiguradas. El
usuario solo tiene que elegir la configuración que más le convenga a través de unos
menús interactivos (Vardouli, 2015). El arquitecto no deja de tener una actitud,
en cierto modo, paternalista, delegando en el usuario ciertas elecciones, y la única
responsabilidad de ser capaz de pagar la configuración elegida. Pero a través de la
red se están generando otras formas de operar.
La rebelión de los usuarios
En junio del 2012, Steven Kurutz publicó en el New York Times el artículo
“Skipping the Architect: Wise or Otherwise?” (Kurutz, 2012). Este artículo
de carácter divulgativo trata el emergente tema de los usuarios amateurs que
empoderados mediante software conseguido a través de internet que han
autodiseñado sus propias viviendas. En él se recogen diversas opiniones y
testimonios distintos tipos de agentes, desde arquitectos que consideran imprudente
que un no profesional tome ciertas decisiones en la construcción de un edificio, hasta
usuarios amateur que han autodiseñado su vivienda utilizando aplicaciones digitales
como Sketchup y consideran la opinión del arquitecto irrelevante. Aunque se trate de
un artículo escrito en un tono desenfadado y para un público general, en él es posible
comenzar a identificar los efectos de un nuevo tipo de usuario amateur, empoderado
con herramientas profesionales y ampliamente informado. Charles Leadbeater y
Paul Miller denominaron este nuevo tipo de usuario como Pro-Am o Professional
Amateur (Leadbeater & Miller, 2004). El Pro-Am no es un DIYist convencional,
es un usuario que practica cierta actividad como hobby o pasatiempo, pero lo
realiza alcanzando estándares y calidades profesionales. Para ello hacen uso de las
herramientas de producción y comunicación a las que tienen acceso a través de la
red. Mientras tanto, el superávit de profesionales, su alto costo solo asequible a una
elite reducida y la precariedad producto del capitalismo más salvaje ha empujado
a que muchos profesionales deban buscar otras ocupaciones para su subsistencia,
relegando su profesión “original”, irónicamente, a hobby.
La gran red global ha provocado que se difuminen los límites entre profesionales
y no profesionales. La sociedad contemporánea ya no se encuentra tan polarizada
entre profesionales y no profesionales. Esa división está desapareciendo, y se
está generado una gran masa heterogénea de usuarios con ciertas capacidades
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